Toda la vida nos dijeron que era el alimento más importante y sano… ¡y resulta que hoy está en medio de la polémica!
Están aquellos que creen que la leche es parte fundamental de una alimentación equilibrada. Por otro lado están los que relacionan este producto con más de 300 enfermedades, entre ellas, diversos tipos de cáncer y problemas intestinales o estomacales.
¿Es buena o mala la leche? Con esta pregunta partimos a conversar con una de las colaboradoras de Pausa, la Nutricionista Giselle Muñoz.
Consumir lácteos
De acuerdo a los que nos explicó Giselle, los seres humanos debemos mantener una ingesta adecuada de lácteos durante toda la vida, ya que gracias a ellos adquirimos el calcio, un mineral fundamental para la formación y mantención de huesos y dientes sanos.
Hablando específicamente de la leche, ésta aporta una proteína de altísima calidad y tal cantidad de calcio, que no hay alimento que la iguale. Es sin lugar a dudas, un alimento de muy buena calidad.
Su asociación con enfermedades
Que la leche es perjudicial para nuestra salud es un mito. De hecho, los mismos investigadores del Instituto Karoliska (estudio que se cita como fundamento para este tema), posteriormente hicieron otro estudio con una muestra aún más grande y no lograron demostrar la asociación con el cáncer que previamente habían descrito.
Cuánto es lo bueno
A nivel general, se recomienda el consumo de 2 a 3 porciones de lácteos al día y, dependiendo del estado nutricional de cada persona, optar por los productos enteros, semidescremados o descremados.
Por ejemplo, los bebés deben consumir lácteos enteros, ya que la grasa de estos alimentos es necesaria para un crecimiento y desarrollo adecuado. En el caso de los niños mayores de un año, la grasa puede disminuirse un poco, siempre y cuando éstos se encuentren en un estado nutricional normal.
En los adolescentes y adultos también se debe evaluar si es preferible optar por semidescremados o descremados; lo mismo en los adultos mayores, donde el consumo de lácteos es fundamental para aportar calcio y proteínas, que ayudan a atenuar el proceso de sarcopenia o pérdida de masa muscular.
Intolerancia a la lactosa
La intolerancia a la lactosa es la incapacidad para digerir cantidades significativas de la azúcar de la leche. “Esta mal absorción es debida a la deficiencia de lactasa, una enzima intestinal que al no estar en suficiente cantidad lleva a que la lactosa pase sin ser absorbida al intestino grueso o colon, ocasionando molestias gastrointestinales”, explica Giselle. De todas formas, recalca que no siempre las molestias intestinales tienen relación con una intolerancia, por lo que es importante que los síntomas se chequeen con un médico especialista y exámenes de laboratorio.
¡Y un dato! Es importante saber que incluso los intolerantes a la lactosa deben alimentarse con lácteos. Para ellos, la solución está en beber leche sin lactosa y comer otro tipo de productos como el queso, quesillo o yogurt, que pierden la lactosa en su proceso de producción. Ahora bien, si no se pueden consumir, es necesario evaluar la forma de seguir consumiendo calcio sin agregar lactosa a la dieta. “Existen varios alimentos que contienen este mineral sin estar junto a la lactosa, como el brócoli, la naranja, los porotos, algunos pescados como las sardinas y la leche de soya”, subraya la especialista.
¿Qué piensas de todo esto?, ¿tienes una mirada distinta? Queremos escuchar tus experiencias, ¡bienvenidos los diferentes puntos de vista!